lunes, 20 de febrero de 2012

La búsqueda de respuestas del hombre

Muchos son los misterios que el hombre debe todavía desvelar. La ciencia, que avanza a diario, va dando respuesta a muchos de nuestros interrogantes. El hombre se interna en el espacio, construye máquinas, aísla gérmenes y combate enfermedades, sin embargo, las grandes incógnitas siguen aún sin respuesta: "¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Para qué estamos? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?
Las mismas preguntas se las ha formulado el hombre a lo largo de toda su historia. La filosofía y la teología han tratado de dar una respuesta y muchos han hallado en esas respuestas una cierta calma. Pero la filosofía y la teología permanecieron en cierta forma separadas de la ciencia. Y es así como, cuánto más avanza ésta, más desvalidos nos encontramos. Las respuestas que antes nos conformaban no nos satisfacen ya. El hombre se vuelve escéptico. Reniega del futuro. Solamente importa el ahora, lo que tengo, lo concreto y así, poco a poco, camina hacia su propia destrucción.
'Equus' (la obra de Peter Shaffer representada en teatros de todo el mundo) alude a este problema. Y nos dice claramente: "el hombre ha destruido sus dioses y no ha encontrado con qué reemplazarlos".
La falta de sentido de trascendencia hace que la vida pierda significado. Los valores materiales reemplazan a los espirituales. El hombre se alienta en las cosas. "Mata el tiempo" en mil distracciones inútiles. La proliferación de las máquinas de juegos nos da un buen ejemplo de lo dicho. Sin embargo, las preguntas siguen ahí.
Que entre el hombre de las cavernas y el hombre moderno hay grandes diferencias, nadie lo duda. Pero, ¿cómo ha podido por sí solo avanzar el hombre desde el estado semisalvaje hasta la actualidad? No ha habido cambios importantes en su conformación cerebral. Este apenas se ha desarrollado. ¿Cómo entonces?
Nada hay en la naturaleza que no haya sido hecho con un fin. ¿Cuáles son las capacidades ocultas que esconde nuestro cerebro? ¿Qué pasaría si éste se desarrollara en su plenitud? Los neurólogos sostienen que hay en el cerebro reservas tanto sensoriales como ultrasensoriales. El estudio de las facultades paranormales, a la vez que nos muestra una nueva e inquietante perspectiva del psiquismo humano, nos crea nuevas dudas e inquietudes. El estudio de la telepatía o transmisión del pensamiento nos demuestra que es posible llegar a influir en el inconsciente de otra persona. Penetrar en su intimidad, en aquello que consideramos como invulnerable y provocar, por ejemplo, determinados sueños o pensamientos. Este hecho es bien conocido por los políticos de todo el planeta.
La propaganda subliminal es una de las armas más poderosas para el control y dominio de la humanidad. El siguiente experimento realizado en el departamento psiquiátrico del Hospital de Maimonides, de Brooklyn, dará una prueba de lo que estoy diciendo... Mediante la conexión de electrodos en algunos puntos del cráneo y alrededor de los ojos es posible determinar en qué momento está soñando el sujeto de investigación. Este debe limitarse simplemente a dormir. En otra habitación se encuentra otro hombre que actúa como agente telepático. Cuando el sujeto comienza a soñar el agente telepático se concentra en determinado cuadro. Al terminar de soñar, el experimentado, despierta al sujeto y le pide que relate el sueño. Lo soñado por el sujeto tiene relación con el cuadro en que se concentró el agente telepático.
Este simple experimento nos demuestra que la psiquis nos es una fortaleza cerrada. Que podemos, a veces sin saberlo, estar sujetos a numerosas influencias.
Hay quienes sostienen que el hombre no hubiera podido, por sí solo, avanzar desde el primitivismo hasta la actualidad y que estamos sujetos a la influencia de inteligencias galácticas que rigen el desarrollo de la humanidad. También la teoría de los mundos paralelos nos llevará a preguntarnos de qué manera se interconectan estos mundos y qué influencias ejercen uno sobre el otro. Pero volvamos sobre el hombre y sobre otro de los interrogantes que nos plantea la biología. ¿En nuestras células está la historia de la humanidad?
Comparar las células del cuerpo humano con un libro de historia puede resultar risible y, sin embargo, no lo es tanto. Los avances de la genética conducen cada día con mayor seguridad a suponer que las células que componen nuestro cerebro poseen en sus genes hereditarios la información completa del desarrollo de la humanidad. Por otra parte, los avances en este terreno nos llevan a suponer que es posible influir en el posterior desarrollo de la raza humana, por lo pronto, ese estudio genético se emplea ya a fin de evitar posibles retardos o deformidades congénitas. Sin embargo, los genetistas también observan que debido al esmog y a las malas condiciones ambientales están produciéndose mutaciones cuyo resultado se ignora todavía.
Otro importante tema de la biología moderna lo constituye el estudio de las hormonas y su influencia sobre la conformación física y psíquica del sujeto. El temperamento y el carácter se encuentran determinados por la mayor o menor producción de hormonas. El tiroides no solamente influye sobre el temperamento, sino sobre la contextura física del sujeto. El estudio de la hormona del crecimiento segregada por la hipófisis ha llevado a considerar que ésta podría ser usada para la curación del cáncer. Inclusive se piensa que el uso de esta hormona podría llevarnos a prolongar la vida y combatir el envejecimiento.
La creación de la vida en el laboratorio, el desarrollo de la genética, de la neurología de la ciencia biónica, la técnica de los trasplantes, el estudio de las facultades paranormales, nos lleva a pensar en un cambio positivo en el destino del hombre. ¿Se transformará el hombre en superhombre? ¿Llegará al control absoluto de sus facultades mentales? ¿Podrá controlar la vida y la muerte?
Sin embargo, frente a este avance nos encontramos con otro que llevaría al hombre a su total destrucción. El empleo de la energía nuclear para la fabricación de armas que podrían destruir de un golpe la vida sobre la tierra. La contaminación que lleva a una creciente destrucción del medio natural. La superpoblación... etc.
Todo parece indicarnos que estamos frente a un cambio. Si este cambio será o no positivo depende justamente de que el hombre tome real conciencia de su humanidad. Que no se vuelque hacia las cosas, sino que indague en su interior que allí están todas las respuestas.

sábado, 11 de febrero de 2012

¿Qué es en realidad el Tiempo?

¿Por qué nos figuramos que una sola existencia terrestre es lo suficientemente larga para determinar nuestro futuro espiritual? Porque tenemos una noción humana del tiempo. Un día nos parece muy corto, sin embargo, hay seres para los que este lapso es suficiente para que nazcan, vivan, luchen, sufran, gocen o mueran. Pero, ante el Ser Eterno, los 60 u 80 años de una existencia humana terrestre son como un segundo para nosotros.
El corazón humano late a razón de sesenta veces por minuto, es decir una por segundo. En un minuto el ser humano respira veinte veces, por término medio. Cualquier jornada humana está marcada por un periodo de vigilia y otro de sueño. Tales son los principales elementos del tiempo humano.
La Tierra, que también es esotéricamente un ser vivo, posee una noción personal del tiempo. Una rotación terrestre completa, que exige veinticuatro horas, permite a la Tierra el hacer una inspiración de fluido solar, y durante este tiempo, el corazón terrestre, bajo la acción de las mareas, ha tenido una pulsación de ascenso y descenso. Una hora para la Tierra corresponde a un día para el hombre. Un día terrestre está marcado por el paso de la Tierra de una línea a la otra, o por una revolución lunar completa. Esto hace un mes para el hombre.
Un mes terrestre comprende cuatro fases: primavera o mañana de la Tierra. Verano o mediodía de la Tierra. Otoño o tarde de la Tierra y finalmente, Invierno o noche de la Tierra. El mes de la Tierra corresponde, por tanto, a un año del hombre.
Un día para el hombre es un minuto para el Sol. Un mes para el hombre es una hora para el Sol. Un año humano es un día del Sol y una noche de los dioses. Finalmente, un año de Sol corresponde a 360 años humanos y forma la unidad del año divino.
Los hindúes han calculado los tiempos de manera aún más considerable. El año solar comprende, lo hemos dicho, 360 años humanos, y este número da el año divino. Un día y una noche de Brama comprende el doble, es decir 14.000 años divinos, esto da la enorme cifra de 311.040.000.000.000 años humanos. ¡Y sin embargo, este inmenso número de años humanos representa simplemente un abrir y cerrar de ojos para Vichnú!
Se ve inmediatamente lo que representan los 80 años de un hombre para un ser de la “categoría” de Brama, y estos seres existen.
Cada uno de estos periodos está acompañado por transformación de continentes planetarios, cuyo detalle sería interesante, pero saldría completamente de nuestro objetivo.
La Ley de Reencarnación enseña la paciencia. Tenemos suficiente tiempo por delante de nosotros para apurarnos. Lo importante es actuar bien en cada una de las existencias, y terminarlo todo adecuadamente, por que si no estaremos obligados a venir a concluir lo inconcluso en una existencia ulterior.
No se puede fijar un término a la reencarnación, como no es posible fijárselo a la vida humana. Hay seres humanos que pasan dos años sobre la Tierra, antes de volver a partir y otras pasan cien años. De manera similar, hay espíritus que se reencarnan inmediatamente, después de haber muerto, y otros que esperan mil años para hacerlo, existiendo todos los periodos intermedios. Resulta, por tanto, inútil el fijar fechas.
Se coloca un espeso velo ante los ojos de los encarnados, estando prohibido el saber quién se ha sido antes.
Estas ligeras nociones sobre la reencarnación nos permitirán no encontrar nunca el tiempo demasiado corto, puesto que no sabemos lo que es en realidad el tiempo.